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La poesía en el método de Charlotte Mason

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Un poema al día. Una semilla de belleza.

Hay una belleza silenciosa en leer poesía en casa. No como una asignatura: como un alimento para el alma, como un regalo que se entrega sin condiciones. Charlotte Mason defendía que la educación debía ser una vida, una atmósfera, una disciplina. Y dentro de esa vida, la poesía tiene un lugar propio.

No como materia escolar.
No como un ejercicio técnico.
Sino como un acto cotidiano de belleza.

Más allá de la disección

Muchos de nosotros crecimos aprendiendo poesía con análisis, fichas, exámenes y definiciones de métrica.
Aprendimos a clasificarla, pero no a amarla.
Nos acercamos a ella como quien disecciona una flor para comprenderla, y en el proceso la marchita.

Charlotte Mason propone otro camino. Uno donde el niño no se esfuerza por entender cada palabra ni por memorizar forzadamente. Sino que escucha, recibe, habita los versos. Como quien convive con la belleza hasta que se le vuelve familiar.

“Recitar y memorizar no son necesariamente lo mismo, y es bueno colmar la memoria de un niño con una buena cantidad de poesía aprendida sin esfuerzo.”
— Charlotte Mason

Y añade que unas pocas lecturas, hechas en momentos cotidianos, son suficientes para que un niño recuerde un poema sin haberlo memorizado conscientemente. Mientras hace una manualidad. Mientras se le cepilla el cabello. En el silencio vivo del día a día.

Poesía vivida, no estudiada

Charlotte Mason lo comprobó por sí misma: con media docena de lecturas distribuidas con naturalidad, un niño puede llegar a “la posesión” del poema. Y no sólo lo recuerda, sino que lo vive, lo transforma en parte de sí.
Eso es educar el gusto.
Eso es cultivar el alma.

“El niño no tiene que tratar de recordar o recitarse a sí mismo el versículo, sino, en la medida de lo posible, tener una mente abierta para recibir una impresión literaria de interés.”
— Charlotte Mason

Lo más hermoso de este enfoque es que no requiere preparación especial, ni material adicional, ni presión. Sólo requiere presencia.
Un libro bueno.
Una voz familiar.
Un instante de calma.

Y el alma del niño, como tierra fértil, hará lo demás.

Sembrar sin esfuerzo

Charlotte Mason creía que era una lástima desaprovechar la capacidad que tienen los niños para retener el lenguaje poético. Decía que valía más ofrecerles versos nobles que permitir que su memoria se llene de soserías. Que incluso los más pequeños son capaces de disfrutar de una “impresión literaria”, si no se les fuerza a repetirla de inmediato.

Y por eso, antes de explicar, se lee.
Antes de memorizar, se deja que el poema suene muchas veces, sin comentario, sin exigencia.

Como quien deja una semilla en el alma, confiando en que germinará cuando llegue su tiempo.


¿Cómo empezar en casa?

  • Elige un poema breve, bello, adecuado a la edad y sensibilidad de tu hijo.
  • Léelo en voz alta una vez al día, durante varios días.
  • No lo expliques. No interrumpas.
  • Solo léelo.
  • Después de varias repeticiones, deja que tu hijo lo diga si le nace.

Tal vez no lo diga hoy, ni mañana.
Pero lo recordará un día, repitiéndolo sin darse cuenta.
Y entonces sabrás que ha echado raíces.


¿Te gustaría ver cómo puede vivirse esto en imágenes?

He preparado un carrusel en Instagram sobre este tema, con ilustraciones y palabras que resumen este enfoque visualmente.
Si te inspira, guárdalo, compártelo o simplemente deja que te acompañe.

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Categorías:
    • Sabrina
    • 11/04/2025
    Responder

    Muchas gracias querida! Sos de gran ayuda para nuestra familia♥️

      • Alicia
      • 11/04/2025
      Responder

      Muchas gracias por tus palabras y tu apoyo 😊 me alegra mucho lo que me dices y espero que le vaya muy bien a tu familia y a ti 💕

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