compartir

Madrugar: cómo lo he conseguido (y cómo puedes empezar tú también)

by
img_5233-1

Me habéis preguntado varias veces cómo lo hago para madrugar, cómo me acostumbré, cuál es mi rutina y qué me ayuda a mantenerla. Intentaré en este post, o quizá se convierta en una serie de posts, empezar a responder a estas preguntas.

Aunque finalmente al leer este texto pueda parecer sencillo, tenía que pensar un poco qué hay de fondo en el hábito que ya tengo formado, para que esto que voy a decir a continuación no se convierta ni en una fórmula ni en una lista sin alma ni sentido como esas que a veces lanzan los gurús de la organización y que despistan más que otra cosa.

Quiero hablar solo de lo que me ha funcionado a mí, en el pasado y actualmente, y lo que pienso, tras analizar mi proceso, que quizá también te pueda ayudar a ti.


¿Cómo empezó todo?

El hábito de madrugar para mí empezó hace once años, cuando comencé la carrera de Matemáticas. Hasta entonces nunca había necesitado estudiar mucho: siempre había tenido facilidad para los estudios, y prácticamente con atender en clase me bastaba. Pero al empezar la universidad me di cuenta de que eso ya no era suficiente: tenía que estudiar en serio. Y como a partir de las siete de la tarde me cuesta mucho concentrarme, madrugar se convirtió en la única forma realista de aprobar.

Entonces, comencé a levantarme a las seis o seis y media, generalmente. No solía ser antes salvo que tuviera examen. En aquel momento era más rígida con los horarios de lo que soy ahora: no salía por la noche (tampoco es que me gustase), me dormía pronto, y el cansancio del día me ayudaba a dormirme de forma natural bastante temprano, sobre las 22:00-23:00. Pero me he dado cuenta de lo siguiente: yo empecé a madrugar por necesidad, no como una meta en sí misma. Y esto me ayudó porque me obligó a ser disciplinada.


¿Perdiste el hábito alguna vez?

Sí. Lo perdí del todo cuando nació mi hijo el año pasado. La cesárea que tuve que pasar, la anemia que ya tenía y que se agravó en ese momento, los nuevos horarios y todo lo que implica el posparto me dejaron sin ritmo.
También lo he perdido por temporadas, sobre todo cuando mi marido y yo disfrutamos de hacer algo juntos por la noche o simplemente surgen largas charlas entre nosotros. En esos momentos, me voy a dormir tarde con tranquilidad, y lo disfruto mucho. Y cuando vuelvo a necesitar recuperar el hábito, me cuesta muy poco: me canso más por la tarde a propósito, me voy pronto a dormir, y en unos días vuelvo a despertarme temprano, sin necesidad de alarma.


¿A qué hora me levanto ahora y cómo?

La mayoría de los días me despierto sola, entre las cinco y las seis y media. Algunos días a las 4:30 ya estoy despejada y descansada.
Mi hijo se suele levantar sobre las diez (aunque últimamente está empezando a hacerlo a las 12:00 salvo hoy, que por llevarme la contraria se ha despertado a las 9:30, cosa que hacía mucho que no ocurría). Pero esa es la gracia: sé que su rutina irá cambiando, porque está creciendo. Pero de momento es bastante dormilón, y simplemente me iré adaptando.

Ese rato entre el amanecer y su despertar es, casi siempre, un regalo, en el sentido de que es un espacio largo, silencioso, útil, amable que me permite prepararme muy bien para el día y para atenderle.


Esta pregunta me hizo sonreír: ¿qué hago para no quedarme en la cama?

No lo pienso, me levanto y ya está. Hay por ahí una gurú que habla de “la regla de los 5 segundos”. Supongo que funciona, yo no lo pienso tanto, simplemente no dejo entrar el pensamiento en mi cabeza.

Como además sé que me espera un rato agradable, no me cuesta tanto. Y este es mi primer consejo: que lo primero que hagas no te cueste esfuerzo sino que lo disfrutes, aunque no sea lo más virtuoso. De verdad, si no piensas en empezar por algo que te agrade un poco, no te vas a levantar más de dos días seguidos.

Me doy cuenta de que hay una cosa más que me ayuda a levantarme de inmediato: sé que si no lo hago, ese rato lo pierdo. Las cosas que me gustan —como leer lo que me interesa, pensar tranquila, escribir, o trabajar en proyectos que me ilusionan— no suelo hacerlas cuando el día ya está en marcha. En cuanto la casa cobra vida, me resulta más natural hacer tareas productivas del hogar. Así que o lo disfruto temprano… o no lo disfruto en absoluto. Así que mi segundo consejo es este: que sea algo especial y que te dé pena perdértelo.

Iba a poner una sección aparte con una pregunta que se repite mucho: “¿Qué me ayuda a mantener el hábito (y no sentir pereza)?” y es que había respondido prácticamente lo mismo: Lo que más me ayuda, como ya he dicho, es que me gusta mucho lo que hago en ese rato, sencillamente. No me impongo nada que me pese. Disfruto del café, de leer, de orar, y de empezar despacio.


Me preguntáis: ¿Cuál es mi rutina matinal?

Una vez que me levanto, lo primero que hago es bajar a la cocina y prepararme un café. Me lo llevo al salón y lo tomo con calma. Esto para mí ya es un pequeño momento de disfrute para despejarme: tomar un café en silencio y con calma. Lo hago así porque, como ya he mencionado, si me pongo objetivos áridos nada más despertar, no lo sostengo más de dos días.

Así que, aunque sea repetitivo, que quede claro: empiezo por algo que me gusta, y ese algo es mi café tranquila y en silencio. Y seguidamente tomo una lectura que me apetezca: a veces espiritual, otras veces algo que me esté encendiendo el interés, también hago una breve oración…
Si estoy muy cansada, leo en el sofá, medio envuelta en una manta, hasta que el café me hace efecto.
Si me siento más despejada, me siento en la mesa y enciendo una vela, creando un ambiente que me resulta agradable y bello.

Después, recoger la taza es mi señal natural para seguir: dejo un poco la cocina y la casa en general en orden, o preparo alguna pequeña tarea (a veces incluso dejo puesta la crockpot o adelanto una hogaza de pan casero y así me olvido de la comida del día). A partir de ahí, sigo con otras lecturas o avanzo con algo que tenga entre manos, bien sea intelectual o cultural, bien sea de tareas de casa que tenga que poner al día.

Así que vaya, no tengo una lista fija, pero sí un flujo que se repite muchas mañanas:

  • Café caliente
  • Lectura suave y oración
  • Recoger la cocina y el salón
  • Dejar hecha o adelantar la comida
  • Una segunda lectura o avanzar en alguna idea
  • Planchar o algún tipo de tarea de la casa que necesite poner al día

Lo que no hago ahora mismo en ese rato es avanzar con mi tesis doctoral, porque no quiero cargar este momento del día con algo que me haga sufrir. Ese rato es para empezar con buen pie.


¿Cuál es el propósito de madrugar?

No madrugo para hacer más cosas, la verdad. Madrugo para que después todo esté en su sitio. Especialmente, para que, cuando mi hijo se despierte, esté enteramente disponible para él. La casa en orden, todo en marcha, y yo tranquila. Así podemos vivir la mañana con juegos, música, lectura, poesía, naturaleza… y sin prisas ni atropellos. Si no, no sé hacerlo.


¿Y las tareas de casa?

Sobre la marcha a lo largo del día: sin agobios. Veréis: durante el día, mi hijo y yo hacemos muchas cosas juntos. Salimos al aire libre siempre que podemos y también jugamos mucho en casa. Pero también ha sido clave para mí que le he ido educando, desde muy pequeño, con mi propio método y con delicadeza, en el juego independiente. (Si os interesa este tema, también puedo hablar de él como lo he hecho con alguna mamá que acompaño más “profesionalmente”).

Cuando tengo tareas que hacer, él está conmigo en la misma habitación, jugando, y generalmente las puedo hacer sin problemas, salvo la plancha, que no la soporta (por eso esa tarea la meto muchas veces en la rutina de mañana). A veces está con sus juguetes, otras con objetos cotidianos que va explorando… Y mientras yo cocino o recojo, una cosa que nos ayuda mucho es que le canto canciones infantiles mientras tengo las manos ocupadas.


¿Y si un día no sale?

Me encanta porque ayer estaba revisando esta parte y justamente @laranaylavela puso un storie dando en el clavo. Ella está haciendo un esfuerzo por madrugar y sacar este ratito también y lo está haciendo genial. Y como lo comparte, compartió también que llevaba varios días sin poder hacerlo. Y no pasa nada.

Yo hay días que me levanto más tarde. O que mi hijo está más intranquilo el día anterior y se tuercen las cosas para el día siguiente: sobre todo si no podemos salir mucho al aire libre. O que el cuerpo simplemente no responde igual. Y esa es la cosa: que pienso que tampoco pasa nada. Sigo con paz.

Lo importante, en mi opinión, es no confundir constancia con rigidez. Es volver cuando se pueda, con realismo y con orden, y aceptar las épocas en que no se puede con tranquilidad. Eso es lo que lo convierte en algo posible.

Quiero hacer una advertencia, porque ya me lo he encontrado más de una vez: no recomiendo empezar con esta práctica a personas que estén atravesando una etapa de depresión, ansiedad o una mala racha en la que sienten que no están cumpliendo sus propias expectativas. En esos casos, hay otra práctica que conozco bien y que puede ayudar muchísimo. Ya se la he recomendado a algunas madres de forma personal y les ha venido muy bien. No hablaré de ella aquí para no alargarme, pero si te interesa, dímelo por privado en Instagram y la compartiré encantada (dejaré también una cajita más adelante para quienes quieran saber más, sin necesidad de escribir).


Otra cosa que me habéis pedido: tips. Así que aquí van 7 ideas prácticas si quieres empezar a madrugar que sí funcionan

  1. Adelanta la alarma poco a poco, y al principio sé disciplinada. Media hora menos cada semana suele ser un ritmo razonable.
  2. Procura irte a dormir pronto, aunque la casa no esté perfecta. El descanso es más importante y, en general, harás lo mismo en menos tiempo si madrugas.
  3. Evita las siestas, y muévete mucho más por la tarde. El cansancio natural ayuda a dormir antes.
  4. Prepara una rutina que te guste y te ilusione: que no quieras perdértela. No empieces el día con cosas que te pesan. Que solo pensar en ese rato te provoque ganas de levantarte al día siguiente con alegría.
  5. No uses el móvil al despertar. Evita lo visual o lo rápido: protege el silencio.
  6. Ten algo sencillo pensado o preparado para empezar. Un café, un bizcocho, una lectura, o una vela.
  7. Sé flexible. Si hoy no sale, mañana será otro intento. Olvídate y sigue.

¿Y tú?

Estoy pensando en elaborar una guía pensada para ayudarte a diseñar la rutina que a ti te funciona. Adaptada a tu realidad y a lo que te guste. Si te interesa, cuéntamelo en comentarios o por instagram.


Descubre más desde Masa de madre

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Categorías:
    • Lady
    • 21/05/2025
    Responder

    Hermoso blog en general! Y este tema lo vengo pensado… aunque hoy en día la disciplina ha empezado los lunes debido al grupo de lectura de: Cultivo Materno que inicié en Enero via zoom con el grupo de Charlotte Masson Perú. Espero seguir agregando otros días jaja porque es tiempo que se que puedo aprovechar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Masa de madre
Close Cookmode